En las
noches tediosas y sombrías
buscan su
nido en mi cerebro enfermo,
plegando el
ala ensangrentada y rota,
mis antiguos
recuerdos.
No vienen
como alegres golondrinas
de la
rústica iglesia a los aleros,
trayendo de
la rubia Primavera
las blandas
brisas y los tibios besos.
Vienen, como
los pájaros nocturnos,
a
acurrucarse huraños y siniestros
de la
musgosa tapia en las ruinas
o de la
vieja torre entre los huecos.
¡Que vengan
en buena hora, que no tarden!
¿Por qué no
se apresuran? ¡Los espero!...
¡Hace ya
tantos años que dormito!
¡Hace ya
tanto tiempo!
El negro
muro del hendido claustro,
aunque roto
y abierto,
aún se
mantiene en pie, y en las ojivas
del
campanario viejo,
si no hay
esquilas que a la misa llamen
al asomar el
matinal lucero
o anuncien
la oración al campesino
y la hora
del regreso
a las
muchachas de la azul cisterna,
al pastor y
al vaquero;
si ya no hay
campanitas que repiquen
del santo
titular a los festejos,
hay
oquedades hondas y sombrías
que
abrigarán en sus oscuros senos
a las
lechuzas pardas y siniestras
y a los
pájaros negros...
Manuel José
Othon
De “Poemas Rústicos"
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