"...¿Es Díaz un patriota? ¿Desea de corazón el bienestar de México? Sus
aduladores juran por su patriotismo, pero los hechos exigen una respuesta
negativa. Ayudó a derrocar a un príncipe extranjero; pero en seguida lanzó a la
guerra a un país pacífico. Acaso se diga que Díaz pensaba que él podía ordenar
los destinos de México en beneficio del país mejor que cualquiera otro. Sin
duda, pero, ¿por qué no ha procurado el progreso de su país? ¿Es posible que
crea que la autocracia es mejor para el pueblo que la democracia? ¿Es posible
que considere el analfabetismo como una condición para la mayor felicidad
posible del pueblo? ¿Puede creer que el hambre crónica contribuye al bienestar
de una nación? Díaz ya es un anciano de 80 años; ¿por qué no toma alguna
providencia contra el caos político después de su muerte? ¿Es posible qué crea
que lo mejor para su pueblo es nunca intentar gobernarse a sí mismo, y por esto
destruyó a su país, preparándolo para que sea fácil presa del extranjero?
Es imposible creer estas cosas de Díaz. Es mucho más razonable pensar
que cualquier deseo que abrigue para el bienestar de su país es oscurecido y
borrado por la ambición personal de mantenerse en el poder toda la vida.
A mi juicio, esta es la clave del carácter y de los actos públicos de
Porfirio Díaz: ¡mantenerse..., permanecer en el poder!
¿Cómo afectará esta acción la seguridad de mi posición?, siempre se
pregunta Díaz. Creo que esta pregunta ha sido la única piedra de toque en la
conducta de Porfirio Díaz durante los últimos 34 años. Siempre la ha tenido
presente. Con ella ha comido, bebido y dormido; teniéndola enfrente, se ha
casado. Así ha construido toda su maquinaria, enriqueciendo a sus amigos y
dispuesto de sus enemigos; ha comprado a unos y matado a otros; con ella ha
halagado y obsequiado al extranjero, favorecido a la Iglesia, mantenido su
temperancia fisica y ha aprendido un porte marcial; con ella ha enfrentado a un
amigo contra otro, ha alimentado los prejuicios de su pueblo contra otros pueblos,
ha pagado al impresor, ha llorado en presencia de la multitud cuando no había
tristeza en su alma y ... ha destruido a su país.
¿De qué hilo cuelga la buena fama de Porfirio Díaz entre los
norteamericanos? Del único hecho de que ha destruido a su país ..., y lo ha
preparado para que caiga fácilmente en poder del extranjero. Porfirio Díaz cede
a los norteamericanos las tierras de México y les permite que esclavicen a su
pueblo; por esto es, para aquéllos, el más grande estadista de la época, héroe de
las Américas y constructor de México. Un hombre maravilloso, que es bastante
inteligente y previsor para apreciar el hecho de que, de todas las naciones, la
norteamericana, es la única con virtud y capacidad suficientes para sacar a
México de la ciénega de desaliento en que se halla. En lo que toca al mexicano,
déjenlo morir. Después de todo, sólo sirve para alimentar el molino del capital
norteamericano.
Fuente: "México Bárbaro" - John K. Turner
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