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jueves, 22 de septiembre de 2011

Matilde Montoya, primera mujer médico de México

Por : Erika Cervantes –Cimacnoticias , México DF





Gracias a su tenacidad, con la que se enfrentó al rechazo de la sociedad conservadora y machista del México del siglo XIX que puso incontables obstáculos en su camino, Matilde Montoya fue la primera mujer que pudo graduarse como médica en la República Mexicana. Y no sólo eso. Matilde libra una batalla audaz en la academia, en donde impulsa reformas a los estatutos de la entonces Escuela Nacional de Medicina para ser aceptada como alumna y más tarde para poder graduarse como médica, para lo que recurre a escribir al entonces presidente de México, Porfirio Díaz.

Matilde Petra Montoya Lafragua nació en la Ciudad de México el 14 de marzo de 1857. Su madre, Soledad Lafragua, originaria de Puebla, al quedar huérfana fue traída al Convento de la Enseñanza en la ciudad de México, donde aprendió a leer y escribir.Su padre, José María Montoya, era un hombre conservador, que no permitía que su esposa saliera de su casa, lo que llevó a la joven Soledad a dedicarle prácticamente todo su tiempo a la pequeña Matilde, una niña muy inteligente y deseosa de aprender.

Soledad empezó a transmitirle a su hija la educación que había recibido en el convento. A los cuatro años, Matilde ya sabía leer y escribir, convirtiéndose en una ávida lectora, leyendo de día y de noche todos los libros que podía conseguirle su madre.

El padre de Matilde no comprendía ese interés por estudiar y con frecuencia se disgustaba con su esposa, ya que no le veía sentido a la educación que pretendía darle a la niña. Cuando tenia 11 años fue rechazada en la Escuela Primaria Superior, equivalente en ese entonces a la Secundaria actual, debido a su edad.

Con maestros particulares, Matilde terminó su preparación para presentar el examen oficial para Maestra de Primaria, el cual aprobó sin dificultad, pero su edad, 13 años, nuevamente fue un impedimento para que le dieran un puesto.Con sus ahorros se dio tiempo para tomar clases en escuelas particulares para mujeres y completar sus estudios de bachillerato.

A los 16 años Montoya recibió el título de Partera, tras estudiar en la Escuela de Parteras y Obstetras de la Casa de Maternidad que se encontraba en la calle de Revillagigedo, en la ciudad de México, y dio el primer paso para lograr su verdadero sueño: ser médica.

Más tarde inicia su trabajo como auxiliar de cirugía con los doctores Luis Muñoz y Manuel Soriano, con el objetivo de ampliar sus conocimientos de anatomía, ya que en sus estudios de obstetricia sólo le habían enseñado los conocimientos relativos al aparato reproductor femenino.Al cumplir los 18 años, Matilde Montoya buscó acomodo en la ciudad de origen de su madre, Puebla. La joven partera se hizo rápidamente de una numerosa clientela de mujeres que se beneficiaban con su amable trato y sus conocimientos de medicina, más avanzados que los de las otras parteras y aun de los de muchos médicos locales.

Y es ahí donde inicia su rechazo por algunos médicos varones, quienes celosos de su éxito orquestaron una campaña de difamación en su contra en varios periódicos locales, publicando violentos artículos en los que convocaban a la sociedad poblana a no solicitar los servicios de esa mujer poco confiable, acusándola de ser "masona y protestante".

En 1875 y cuando cuenta con 18 años, Matilde pide su inscripción en la Escuela de Medicina de Puebla, presentando constancias de su recorrido profesional, cumpliendo con el requisito de acreditar las materias de química, física, zoología y botánica y aprobando el examen de admisión.

Fue aceptada en una ceremonia pública a la que asistieron el gobernador del estado, todos los abogados del Poder Judicial, numerosas maestras y muchas damas de la sociedad que le mostraban así su apoyo.

Sin embargo, los sectores más radicales redoblaron sus ataques, publicando un artículo encabezado con la frase: "Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica".

Agobiada por las críticas, Matilde Montoya decidió regresar a la ciudad de México, donde por segunda vez solicitó su inscripción en la Escuela Nacional de Medicina, siendo aceptada por el entonces director, el Dr. Francisco Ortega, en 1882, a los 24 años.
Las publicaciones femeninas y un amplio sector de la prensa la apoyaban, pero no faltaban quienes opinaban que "debía ser perversa la mujer que quiere estudiar medicina, para ver cadáveres de hombres desnudos".

En la Escuela Nacional de Medicina no faltaron las críticas, burlas y protestas debido a su presencia como única alumna, aunque también recibió el apoyo de varios compañeros solidarios, a quienes se les apodó "los montoyos".

Varios docentes y alumnos opositores solicitaron que se revisara su expediente antes de los exámenes finales del primer año, objetando la validez de las materias del bachillerato que había cursado en escuelas particulares. A Montoya le fue comunicada su baja.

La joven solicitó a las autoridades que si no le eran revalidadas las materias de latín, raíces griegas, matemáticas, francés y geografía, le permitieran cursarlas en la Escuela de San Ildefonso por las tardes. Su solicitud fue rechazada, ya que en el reglamento interno de la escuela el texto señalaba "alumnos", no "alumnas".

Desesperada, Matilde Montoya escribió una carta al presidente de la República, general Porfirio Díaz, quien dio instrucciones al secretario de Ilustración Pública y Justicia, Lic. Joaquín Baranda, para que "sugiriera" al director de San Ildefonso dar facilidades para que la Srita. Montoya cursara las materias en conflicto, ante lo que no le quedó más remedio que acceder.

Tras completar sus estudios con buenas notas y preparar su tesis, Matilde Montoya solicitó su examen profesional. Nuevamente se topó con el obstáculo de que en los estatutos de la Escuela Nacional de Medicina se hablaba de "alumnos" y no de "alumnas", por lo que le fue negado el examen.

Una vez más, dirigió un escrito al presidente Porfirio Díaz, quien decidió enviar una solicitud a la Cámara de Diputados para que se actualizaran los estatutos de la Escuela Nacional de Medicina y pudieran graduarse mujeres médicas.

Como la Cámara no estaba en sesiones y para no retrasar el examen profesional de Montoya, el Presidente Díaz emitió un decreto para que se realizara de inmediato.

Hubo quien publicó que Matilde Montoya se había recibido por decreto presidencial, cuando no fue así; dicho decreto tan sólo era para que se le permitiera recibirse si cumplía con los requisitos de presentar sus exámenes teórico y práctico ante un jurado académico. Por supuesto, le fue asignado el jurado más exigente y riguroso.

La tarde del 24 de agosto de 1887 presenta su examen profesional Matilde Montoya, contando entre los asistentes con la presencia de Porfirio Díaz.Cuando terminó el examen, se escuchó el aplauso de varias damas, maestras de primaria y periodistas que se habían reunido en el patio, festejando el veredicto de "aprobado".

Al día siguiente, Matilde realizó su examen práctico en el Hospital de San Andrés ante la presencia del jurado y, en representación del presidente, su secretario particular y el ministro de Gobernación. Después de recorrer las salas de pacientes, contestando las preguntas relacionadas con distintos casos, la examinada pasó al anfiteatro, donde realizó en un cadáver las disecciones que le pidieron, siendo aprobada por unanimidad.

El ministro de Gobernación leyó un discurso elogiando a la profesora en Medicina y Cirugía Matilde Montoya y, al día siguiente, la mayoría de los periódicos festejaron la victoria final después de tantas batallas de la señorita Matilde Montoya, Primera Médica Mexicana.

Su título profesional, otorgado por parte de la Dirección General de Instrucción Pública del Gobierno del Distrito Federal, que entonces dependía del Ministerio de Gobernación, fue recogido semanas más tarde en la Escuela de Medicina por Paz Gómez, una amiga de Matilde Montoya, quien nos imaginamos ya no quiso volver a poner un pie en ese lugar.

Después de titulada, Matilde Montoya trabajó en su consulta privada hasta una edad avanzada. Siempre tuvo dos consultorios, uno en Mixcoac, donde vivía, y otro en Santa María la Ribera. Atendía a todo tipo de pacientes, cobrándole a cada uno según sus posibilidades.

Matilde participó en asociaciones femeninas como el Ateneo Mexicano de Mujeres y Las Hijas de Anáhuac, pero no fue invitada a ninguna asociación o academia médica, aún exclusivas de los hombres.

En 1923 asistió a la controvertida Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres, que se realizó en esta ciudad. Dos años después, junto con la Dra. Aurora Uribe, fundó la Asociación de Médicas Mexicanas.

A los 50 años de haberse graduado Matilde Montoya, en agosto de 1937, la Asociación de Médicas Mexicanas, la Asociación de Universitarias Mexicanas y el Ateneo de Mujeres le ofrecieron un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Matilde Montoya murió cinco meses después, el 26 de enero de 1938, a los 79 años, heredándonos la lucha para que las mujeres mexicanas tuvieran acceso a la educación profesional y el desarrollo a la vida profesional.


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