BLOG DE ADRIAN CRUZ MARTINEZ // In nican ca tlamachilliztlatolzazanilli ye huecauh mochiuh- Aquí están las palabras-recuerdo que repiten lo que se sabe que sucedió en la antigüedad

domingo, 30 de septiembre de 2012

Acta de la Declaración de la Independencia de la América Septentrional (6 de noviembre de 1813) :




El Congreso de Anáhuac, legítimamente instalado en la ciudad de Chilpancingo, de la América Septentrional, por las provincias de ella, declara solemnemente, a presencia del Señor Dios, árbitro moderador de los imperios y autor de la sociedad, que los da y los quita según los designios inescrutables de su providencia, que por las presentes circunstancias de la Europa ha recobrado el ejercicio de su soberanía, usurpado; que, en tal concepto, queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español; que es árbitro para establecer las leyes que le convengan para el mejor arreglo y felicidad interior, para hacer la guerra y la paz y establecer alianzas con los monarcas y repúblicas del antiguo continente, no menos que para celebrar concordatos con el sumo pontífice romano para el régimen de la Iglesia católica, apostólica, romana, y mandar embajadores y cónsules; que no profesa ni reconoce otra religión más que la católica, ni permitirá ni tolerará el uso público ni secreto de otra alguna; que protegerá con todo su poder y velará sobre la pureza de la fe y de sus dogmas y conservación de los cuerpos regulares; declara por reo de alta traición a todo el que se oponga directa o indirectamente a su independencia, ya sea protegiendo a los europeos opresores, de obra, palabra o por escrito, ya negándose a contribuir con los gastos, subsidios y pensiones para continuar la guerra hasta que su independencia sea reconocida por las naciones extranjeras; reservándose al Congreso presentar a ellas por medio de una nota ministerial, que circulará por todos los gabinetes, el manifiesto de sus quejas y justicia de esta resolución, reconocida ya por la Europa misma.
Dado en el palacio nacional de Chilpancingo, a 6 días del mes de noviembre de 1813 años. Licenciado Andrés Quintana, vicepresidente. Licenciado Ignacio Rayón. Licenciado José Manuel de Herrera. Licenciado Carlos María de Bustamante. Doctor José Sixto Berdusco, José María Liceaga. Licenciado Cornelio Ortiz de Zárate, secretario.

Carta de José María Morelos a Miguel Hidalgo y Costilla ( Noviembre de 1810 )





Excmo. Sr. (D. Miguel Hidalgo y Costilla)

Noticio a V.E. cómo he corrido toda la costa del sur, que son como do(s)cientas leguas, con la mayor felicidad, y no he encontrado en todos los gachupines que he cogido ningunos reales, pues se infiere que éstos los han ocultado con anticipación. En el día tengo sitiado el puerto de Acapulco con ochocientos hombres y me hallo sin pólvora ni balas, por un ataque que hemos tenido, aunque sin ningún quebranto, más que un solo herido; y de los contrarios un mal herido, pues se conoce que D. Antonio Carreño, que es el gobernador, y los demás europeos, han seducido a estas gentes.

Y así, mándeme V.E. cañones y pólvora, que según noticia tengo, toda la artillería del castillo está apuntada a tierra; y así, espero de V.E. el refuerzo que le pido con la mayor brevedad que se pueda, pues yo considero que estas tropas están en camino, pues no desisto del cerco hasta nueva orden de S.E. diciéndome el rumbo que debo tomar, si para la Misteca o Chilpancingo, porque desde el día 20 del pasado que tuve el honor de comer con V.E. y nos separamos, no he tenido la menor noticia, por lo que dígame del ejército de México.

José María Morelos

" Morelos, su vida revolucionaria a través de sus escritos y de otros testimonios de la época" - Ernesto Lemoine Villicaña, 1965


viernes, 28 de septiembre de 2012

Carta de Miguel Hidalgo al Intendente Juan Antonio de Riaño ( 21 de Septiembre de 1810 )




Señor Intendente de la Provincia de Guanajuato,
Don Juan Antonio de Riaño:

Sabe usted ya el movimiento que ha tenido lugar en el pueblo de Dolores la noche del 15 del presente. Su principio ejecutado con el número insignificante de 15 hombres, ha aumentado prodigiosamente en tan pocos días, que me encuentro actualmente rodeado de más de cuatro mil hombres que me han proclamado su Capitán General. Yo a la cabeza de este número, y siguiendo su voluntad, deseamos ser independientes de España y gobernarnos por nosotros mismos.

La dependencia de la Península por 300 años, ha sido la situación más humillante y vergonzosa, en que ha abusado del caudal de los mexicanos, con la mayor injusticia, y tal circunstancia los disculpará más adelante. Precipitado ha sido su principio, pero no pudo ser de otra manera sino dando lugar y providencia de asegurar a los españoles, para lo cual he tenido fuertes razones. Traigo a mi lado los avecindados de Dolores, San Miguel el Grande, y los que se han recogido en esta ciudad.

Uno solo ha recibido una herida, y por ella ha quedado en su casa para que se restablezca, quedando su persona segura de toda violencia. En San Miguel hubo un pequeño desorden en la casa de un español, que se evitó cuando fue dable que no siguiera adelante.

Por esto verá usted que mi intención no es otra, sino que los europeos salgan por ahora del país. Sus personas serán custodiadas hasta su embarque, sin tener ninguna violencia. Sus intereses quedarán al cargo de sus familias o de algún apoderado de su confianza. La Nación les asegura la debida protección; yo, en su nombre, protesto cumplirlo religiosamente. Mas adviértase que estas consideraciones sólo tendrán lugar en el caso de condescender prudentemente en bien de sus personas y riquezas; mas en el caso de resistencia obstinada, no respondo de sus consecuencias.

No hay remedio, señor intendente: el movimiento actual es grande, y mucho más cuando se trata de recobrar derechos santos, concedidos por Dios a los mexicanos, usurpados por unos conquistadores crueles, bastardos e injustos, que auxiliados de la ignorancia de los naturales, y acumulando pretextos santos y venerables, pasaron a usurparles sus costumbres y propiedad y vilmente, de hombres libres, convertirlos a la degradante condición de esclavos. El paso dado lo tendrá usted por inmaduro y aislado; pero esto es un error.

Verdad es que ha sido antes del tiempo prefijado; pero esto no quita que mucha parte de la Nación no abrigue los mismos sentimientos. Pronto, muy pronto, oirá usted la voz de muchos pueblos que respondan ansiosamente a la indicación de libertad.Como el asunto es urgente, lo es también la resolución de usted. Puede nombrar dos individuos de su confianza, hombres de instrucción y de saber, con instrucciones suficientes para tratar un negocio de tan vital interés.

Reúna usted si le conviene, a las clases principales, lo mismo que a los europeos de mayor influencia; trátese la materia con detenimiento, con madura reflexión, de suerte que si se consulta a la razón, si entra en ella la conveniencia personal, los intereses y la paz, no dudo que habrá un término satisfactorio.

El movimiento nacional cada día aumenta en grandes proporciones; su actitud es amenazante; no me es dado ya contenerlo, y sólo usted y los europeos irreflexivos, tienen en su mano la facilidad de moderarlo por medio de una prudente condescendencia; si por el contrario, se resuelve por la oposición, las consecuencias de casos semejantes son tan desastrosas y temibles, que se deben evitar aun a costa de grandes sacrificios.

Como los acontecimientos por momentos se precipitan, sólo podré esperar cuatro o cinco días, para saber el resultado favorable o adverso en consecuencia del cual arreglar mis determinaciones. Pido a la providencia divina, con todas las veras de mi corazón, lo ilumine en un asunto de tanta magnitud para el país y para los españoles residentes en él.

Una abnegación prudente, nos daría un resultado satisfactorio y sin ejemplo; tal vez quedaríamos amigos, y bien podría ser que en el seno de la amistad protegidos de una madura reflexión, se arreglara un negocio de tanta magnitud, en que se vería nada menos que, derechos santos e imprescriptibles de que se ha despojado a la Nación mexicana, que [los] reclama y defendería resuelta, siguiendo adelante en su actual empresa [y] llevando a su frente, que le sirva de guía, el signo de la justicia y el poderoso auxiliar de la convicción.

He cumplido, Sr. intendente, con indicarle a V. E. mis intenciones o mejor dicho, las de la Nación. Soy hijo de Guanajuato por quien tengo grandes simpatías; le deseo el bien posible, y ansío por que no pasen sobre él los grandes males que lo rodean; y veo que no hay otro medio de conjurarlos, que el arbitrio que le propongo.

Paz y felicidad; guerra desastrosa y exterminio. V. E., se inclinará por el más humano y racional, siendo, por tanto, un objeto de gratitud y de bendiciones, o tal vez, por desgracia, la execración de las edades venideras. Pido de nuevo a Dios omnipotente, le conserve su importante existencia y le proteja para resolver en un negocio tan grave y delicado.

Cuartel General en la ciudad de Celaya, a 21 de Septiembre de 1810.

Miguel Hidalgo y Costilla.

Acta de Independencia del Imperio Mexicano (28 de septiembre de 1821 )




ACTA DE INDEPENDENCIA DEL IMPERIO MEXICANO

Pronunciada por su Junta Soberana, congregada en la capital de él en 28 de septiembre de 1821.

La Nación Mexicana, que por trescientos años ni ha tenido voluntad propia, ni libre el use de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido.

Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados, y esta consumada la empresa eternamente memorable que un genio superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su patria, principio en Iguala, prosiguió y llevo al cabo arrollando obstáculos casi insuperables.

Restituida, pues, esta parte del Septentrión al ejercicio de cuantos derechos le concedió el Autor de la naturaleza y reconocen por inenajenables y sagrados las naciones cultas de la tierra, en libertad de constituirse del modo que mas convenga a su felicidad, y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios, comienza a hacer use de tan preciosos dones y declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es Nación soberana e independiente de la antigua España, con quien en lo sucesivo no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha en los términos que prescribieron los tratados; que entablara relaciones amistosas con las demás potencies, ejecutando respecto de ellas cuantos actos pueden y están en posesión de ejecutar las otras naciones soberanas; que va a constituirse con arreglo a las bases que en el Plan de Iguala y Tratados de Córdoba, estableció sabiamente el primer jefe del Ejercito Imperial de las Tres Garantías; y, en fin, se sostendrá a todo trance, y con el sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos (si fuere necesario), esta solemne declaración, hecha en la capital del Imperio, a 28 de septiembre del año de 1821, Primero de la Independencia Mexicana.

Agustín de Iturbide. Antonio, obispo de la Puebla. Juan O'Donoju. Manuel de la Barcena. Matías Monteagudo. José Yañez, Lic. Juan Francisco de Azcarate. Juan José Espinosa de los Monteros. José Maria Fagoaga. José Miguel Guridi y Alcocer. El marques de Salvatierra. El conde de Casas de Heras Soto. Juan Bautista Lobo. Francisco Manuel Sánchez de Tagle. Antonio de Gamma y Córdoba. José Manuel Sartorio. Manuel Velásquez de León. Manuel Montes Argüelles. Manuel de la Sota Riva. El marques de San Juan de Rayas. José Ignacio García Illueca. José Maria de Bustamante. José Maria Cervantes y Velasco. Juan Cervantes y Padilla. José Manuel Velásquez de la Cadena. Juan de Orbegoso. Nicolás Campero. El conde de Jala y de Regla. José Maria de Echeverría y Valdivieso. Manuel Martínez Mansilla. Juan Bautista Raz y Guzmán. José Maria de Jáuregui. José Rafael Suárez Pereda. Anastasio Bustamante. Isidro Ignacio de Icaza. Juan José Espinosa de los Monteros, vocal secretario.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Mensaje de Agustín de Iturbide ( 27 de septiembre de 1821 )






Mexicanos:

 Ya estáis en el caso de saludar á la patria independiente como os anuncié en Iguala: ya recorrí el inmenso espacio que hay desde la esclavitud á la libertad, y toqué los diversos resortes para que todo americano enseñase su opinión escondida, porque en unos se disipó el temor que los contenía, en otros se moderó la malicia de sus juicios, y en todos se consolidaron las ideas. Ya me veis en la capital del imperio más opulento sin dejar atrás ni arroyos de sangre, ni campos talados, ni viudas desconsoladas, ni desgraciados hijos que llenen de maldiciones al asesino de sus padres; por el contrario, recorridas quedan las principales provincias de este reino, y todas uniformadas en la celebridad han dirigido al ejército trigarante vivas expresivos, y al cielo votos de gratitud. Estas demostraciones daban á mi alma un placer inefable, y compensaban con demasía los afanes, las privaciones, y la desnudez de los soldados, siempre alegres, constantes, y valientes. Ya sabéis el modo de ser libres; á vosotros toca señalar el de ser felices. Se instalará la Junta; se reunirán las Cortes; se sancionará la ley que debe hacernos venturosos, y yo os exhorto á que olvidéis las palabras alarmantes y de exterminio, y sólo pronunciéis unión y amistad intima. Contribuid con vuestras luces y ofreced materiales para el magnífico código, pero sin la sátira mordaz, ni el sarcasmo mal intencionado: dóciles á la potestad del que manda, completad con el soberano Congreso la grande obra que empecé, y dejadme á mi que, dando un paso atrás, observe atento el cuadro que trazó la Providencia y que debe retocar la sabiduría americana; y si mis trabajos,tan debidos á la patria, los suponéis dignos de recompensa, concededme sólo vuestra sumisión á las leyes, dejad que vuela al seno de mi amada familia, y de tiempo en tiempo haced una memoria de vuestro amigo.

Iturbide 

Fuente:  "México a través de los siglos, Tomo III" 

Discurso de Agustín de Iturbide, al instalar la Junta Gubernativa ( 28 de septiembre de 1821)



           
Señor:

Amaneció por fin el día de nuestra libertad y de nuestra gloria: fijóse la época de nuestra feliz regeneración; y en este momento venturoso hemos comenzado á recoger el fruto de nuestros sacrificios. El pueblo americano reintegrado, á merced de sus heroicos esfuerzos, en la plenitud de sus derechos naturales, sacude hoy el polvo de su abatimiento, ocupa el sublime rango de las naciones independientes, y se prepara á establecer las bases primordiales sobre que ha de levantarse el imperio más grande y respetable.

Dignos representantes de este pueblo: á vosotros se confía tamaña empresa; vuestro patriotismo, vuestras virtudes y vuestra ilustración os han llamado á los puestos en que acabáis de colocaros: la opinión pública os señaló con el dedo para depositar en vuestras manos la suerte de vuestros compatriotas: yo no he hecho más que seguirla.

Nombrar una Regencia que se encargue del Poder Ejecutivo; acordar el modo con que ha de convocarse el cuerpo de diputados que dicten las leyes constitutivas del Imperio y ejercer la potestad legislativa mientras se instala el Congreso nacional: he aquí las delicadas funciones en cuyo laborioso y acertado desempeño se vincularán sin duda la celebridad de vuestro nombre y la eterna gratitud de nuestros conciudadanos.

Una vez derrocado el trono de la tiranía, á vosotros toca sustituir el de la razón y humanidad. Sí, vosotros le sustituiréis, porque la sabiduría dirigirá siempre vuestros pasos, y la justicia presidirá en todas vuestras deliberaciones. La ley recobrará su eficacia, y en vano se esforzarán la intriga y el valimiento: los empleos y los honores formarán la divisa de la virtud, del amor de la patria, de los talentos y de los servicios acreditados. En suma, una administración suave, benéfica é imparcial hará la felicidad y engrandecimiento de la Nación, y dulce la memoria de sus funcionarios.

Acaso el tiempo que permanezcáis al frente de los negocios no os permitirá mover todos los resortes de la prosperidad del Estado; pero nada omitiréis para conservar el orden, fomentar el espíritu público, extinguir los abusos de la arbitrariedad, borrar las rutinas tortuosas del despotismo, y demostrar prácticamente las indecibles ventajas de un gobierno que se circunscribe en la actividad á la esfera de lo justo.

Estos van á ser los primeros ensayos de una nación que sale de la tutela en que se ha mantenido por tres siglos; y no obstante, los pueblos cultos, los pueblos consumados en el arte de gobernar, admirarán la maestría con que se lleva á su último término el grandioso proyecto de nuestra deseada emancipación. Verán conciliados los intereses al parecer más opuestos, vencidas las dificultades más exageradas y afianzada la paz y la unión con los bienes todos de la sociedad.

Permitidme, pues, que en las tiernas efusiones de mi corazón sensible os felicite una y mil veces ofreciendo el tributo de mi obediencia á una corporación que reconozco cual suprema autoridad, establecida para regir provisionalmente nuestra América, y consolidar la posesión de sus más preciosos derechos.

Unidos mis sentimientos con los del Ejército Imperial, os ofrezco también su más exacta sumisión. Él es un robusto apoyo, y declarado por tan santa causa, no dejará las armas hasta no ver perfeccionada la obra de nuestra restauración. Caminad, pues, ¡oh padres de la patria! Caminad á paso firme y con ánimo tranquilo; desplegad toda la energía de vuestro ilustrado celo; conducid al pueblo mexicano al encumbrado solio á donde lo llama su destino, y disponeos á recibir los laureles de la inmortalidad.

Agustín de Iturbide

Fuente: " Los Presidente de México ante la nación" - XLVI Legislatura de la Cámara de Diputados

martes, 25 de septiembre de 2012

" Duda " - Plutarco Elías Calles






La sombra de la duda
circunda ya mi frente
también cubre a mi alma
con fúnebre crespón.
aléjate… ¡maldita!
¿no ves que tu insistencia
sumerge en mil pesares
mi ardiente corazón?

¿Por qué cuando en la noche
que ansío dulce calma,
tu vienes sombra infame
mi espíritu a turbar?
Me sigues por doquiera
fantasma pavoroso
y robas a mi alma
su dulce bienestar.

Mis dichas y placeres
disípanse al momento
en que tu manto negro
me cubre el corazón.
¿Acaso tu destino,
ingrata, miserable,
es dar al ser que ama
dolores y aflicción ?.

Más ¡ah! Las claridades
de mi alma y mi conciencia
en noche has convertido
espectro aterrador
y dejas mi cerebro
en caos convertido
y dejas a mi alma
en medio del dolor.

Plutarco Elìas Calles

sábado, 22 de septiembre de 2012

Edicto del obispo de Michoacán Manuel Abad y Queipo proclamando la excomunión de Miguel Hidalgo y Costilla ( 24 de septiembre de 1810)




Omne regnum in se divisum desolabitur.

Todo reino dividido en facciones será destruido y arruinado, dice Jesucristo nuestro bien." Cap. XI de San Lucas, v. XVII.

Sí, mis amados fieles: la historia de todos los siglos, de todos los pueblos y naciones, la que ha pasado por nuestros ojos de la Revolución francesa, la que pasa actualmente en la Península, en nuestra amada y desgraciada patria, confirman la verdad infalible de este divino oráculo. Pero el ejemplo mas análogo a nuestra situación, lo tenemos inmediato en la parte francesa de la isla de Santo Domingo, cuyos propietarios eran los hombres más ricos, acomodados y felices que se conocían bajo la tierra.

La población era compuesta casi como la nuestra de franceses europeos y franceses criollos, de indios naturales del país, de negros y de mulatos, y de castas resultantes de las primeras clases.  Entró la división y la anarquía por efecto de la citada Revolución francesa, y todo se arruinó y se destruyó en lo absoluto.  La anarquía en la Francia causó la muerte de dos millones de franceses, esto es, cerca de dos vigésimos, la porción más florida de ambos sexos que existía; arruinó su comercio y su marina, y atrasó la industria y la agricultura.

Pero la anarquía en Santo Domingo degolló todos los blancos franceses y criollos, sin haber quedado uno siquiera; y degolló los cuatro quintos de todos los demás habitantes, dejando la quinta parte restante de negros y mulatos en odio eterno y guerra mortal en que deben destruirse enteramente. Devastó todo el país quemando y destruyendo todas las posesiones, todas las ciudades, villas y lugares, de suerte que el país mejor poblado y cultivado que había en todas las Américas, es hoy un desierto, albergue de tigres y leones. He aquí el cuadro horrendo, pero fiel, de los estragos de la anarquía en Santo Domingo.

La Nueva España, que había admirado la Europa por los más brillantes testimonios de lealtad y patriotismo en favor de la madre patria, apoyándola y sosteniéndola con sus tesoros, con su opinión y sus escritos, manteniendo la paz y la concordia a pesar de las insidias y tramas del tirano del mando, se ve hoy amenazada con la discordia y anarquía y con todas las desgracias que la siguen, y ha sufrido la citada isla de Santo Domingo.

Un ministerio del Dios de la paz, un sacerdote de Jesucristo, un pastor de las almas (no quisiera decirlo), el cura de Dolores don Miguel Hidalgo (que había merecido hasta aquí mi confianza y mi amistad), asociado de los capitanes del regimiento de la Reina, D. Ignacio Allende, D. Juan de Aldama y D. José Mariano Abasolo, levantó el estandarte de la rebelión y encendió la tea de la discordia y anarquía, y seduciendo una porción de labradores inocentes, les hizo tomar las armas, y cayendo con ellos sobre el pueblo de Dolores el 16 del corriente al amanecer, sorprendió y arrestó los vecinos europeos, saqueó y robó sus bienes; y pasando después a las siete de la noche a la villa de San Miguel el Grande, ejecutó lo mismo, apoderándose en una y otra parte de la autoridad y del gobierno.

El viernes 21 ocupó del mismo modo a Celaya, y, según noticias, parece que se ha extendido ya a Salamanca e Irapuato.  Lleva consigo los europeos arrestados, y, entre ellos, al sacristán de Dolores, al cura de Chamacuero, y a varios religiosos carmelitas de Celaya, amenazando a los pueblos que los ha de degollar si le oponen alguna resistencia.

E insultando a la religión y a nuestro soberano Don Fernando VII, pintó en su estandarte la imagen de nuestra augusta patrona, Nuestra Señora de Guadalupe, y le puso la inscripción siguiente: iViva la Religión! iViva nuestra Madre Santísima de Guadalupe! iViva Fernando VII! iViva la América! y ¡Muera el mal gobierno! . Como la religión condena a la rebelión, el asesinato, la opresión de los inocentes, y la Madre de Dios no puede proteger los crímenes, es evidente que el cura de Dolores, pintando en su estandarte de sedición la imagen de Nuestra Señora, y poniendo en él la referida inscripción, cometió dos sacrilegios gravísimos insultando a la religión, y a Nuestra Señora.
Insulta igualmente a nuestro soberano, despreciando y atacando el gobierno que le representa, oprimiendo sus vasallos inocentes, perturbando el orden público, y violando el juramento de fidelidad al soberano y al gobierno, resultando perjuro igualmente que los referidos capitanes.  Sin embargo, confundiendo la religión con el crimen, y la obediencia con la rebelión, ha logrado seducir el candor de los pueblos, y ha dado bastante cuerpo a la anarquía que quiere establecer.

El mal haría rápidos progresos si la vigilancia y energía del gobierno y la lealtad ilustrada de los pueblos no los detuviesen. Yo, que a solicitud vuestra, y sin cooperación alguna de mi parte, me veo elevado a la alta dignidad de vuestro obispo, de vuestro pastor y padre, debo salir al encuentro a este enemigo, en defensa del rebaño que me es confiado, usando de la razón y la verdad contra el engaño; y del rayo terrible de la excomunión contra la pertinacia y protervia.

Si, mis caros y muy amados fieles; yo tengo derechos incontestables a vuestro respeto, a vuestra sumisión y obediencia en la materia.  Soy europeo de origen; pero soy americano de adopción por voluntad, y por domicilio de más de treinta y un años.

No hay entre vosotros uno solo que tome más interés en vuestra verdadera felicidad. Quizá no habrá otro que se afecte tan dolorosa y profundamente como yo en vuestras desgracias, porque acaso no ha habido otro que se haya ocupado y ocupe tanto de ellas.  Ninguno ha trabajado tanto como yo en promover el bien público, en mantener la paz y concordia entre todos los habitantes de la América y en prevenir la anarquía que tanto he temido desde mi regreso de la Europa. Es notorio mi carácter y mi celo. Así, pues, me debéis creer.

En este concepto, y usando de la autoridad que ejerzo como obispo electo y gobernador de esta mitra, declaro: que el referido D. Miguel Hidalgo, cura de Dolores, y sus secuaces los tres citados capitanes, son perturbadores del orden público, seductores del pueblo, sacrílegos, perjuros, y que han incurrido en la excomunión mayor del Canon Siquis Suadente Diabolo, por haber atentado a la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero, y de varios religiosos del convento del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados.

Los declaro excomulgados vitandos y prohibiendo, como prohíbo, el que ninguno les dé socorro, auxilio y favor, bajo la pena de excomunión mayor, ipso facto insurrenda, sirviendo de monición este edicto, en que desde ahora para entonces declaro incursos a los contraventores.

Asimismo, exhorto y requiero a la porción del pueblo que trae seducido, con título de soldados y compañeros de armas, que se restituyan a sus hogares y lo desamparen dentro del tercero día siguiente inmediato al que tuvieren noticia de este edicto, bajo la misma pena de excomunión mayor, en que desde ahora para entonces los declaro incursos y a todos lo que voluntariamente se alistaren en sus banderas, o que de cualquiera modo les dieren favor y auxilio. Ítem: declaro que el dicho cura Hidalgo y sus secuaces son unos seductores del pueblo, y calumniadores de los europeos. Sí, mis amados fieles, es una calumnia notoria.

Los europeos no tienen ni pueden tener otros intereses que los mismos que tenéis vosotros los naturales del país; es a saber, auxiliar la madre patria en cuanto se pueda, defender estos dominios de toda invasión extranjera para el soberano que hemos jurado, o cualquiera otro de su dinastía, bajo el gobierno que le representa, según y en la forma que resuelva la nación representada en las Cortes que, como se sabe, se están celebrando en Cádiz o isla de León, con los representados interinos de las Américas mientras llegan los propietarios.  Esta es la égida bajo la cual nos debemos acoger; este es el centro de unidad de todos los habitantes de este reino, colocado en manos de nuestro digno jefe el Exmo. Sr. Virrey actual que, lleno de conocimientos militares y políticos, de energía y justificación, hará de nuestros recursos y voluntades el uso más conveniente para la conservación de la tranquilidad, del orden público, y para la defensa exterior de todo el reino.

Unidas todas las clases del Estado de buena fe, en Paz y concordia bajo un jefe semejante, son grandes los recursos de una nación como la Nueva España, y todo lo podremos conseguir.  Pero desunidos, roto el freno de las leyes, perturbado el orden público, introducida la anarquía como pretende el cura de Dolores, se destruiría este hermoso país.  El robo, el pillaje, el incendio, el asesinato, las venganzas incendiarán las haciendas, las ciudades, villas y lugares, exterminarán los habitantes, y quedará un desierto para el primer invasor que se presente en nuestras costas.

Sí, mis caros y amados fieles; tales son los efectos inevitables y necesarios de la anarquía. Detestadla con todo vuestro corazón; armaos con la fe católica contra las sediciones diabólicas que os conturban: fortificad vuestro corazón con la caridad evangélica que todo lo soporta y todo lo vence. Nuestro Señor Jesucristo, que nos redimió con su sangre, se apiade de nosotros, y nos proteja en tanta tribulación, como humilde se lo suplico.

Y para que llegue a noticia de todos y ninguno alegue ignorancia, he mandado que este edicto se publique en esta Santa Iglesia catedral, y se fije en sus puertas, según estilo, y que lo mismo se ejecute en todas las parroquias del obispado, dirigiéndose al efecto los ejemplares correspondientes. Dado en Valladolid a veinticuatro días del mes de Septiembre de mil ochocientos diez.

Sellado con el sello de mis armas, y refrendado por el infrascrito secretario- Manuel Abad y Queipo, Obispo electo de Michoacán.- Por mandado de S.S.I., el Obispo mi Sr. Santiago Camina, secretario.

Fuente: "México y sus revoluciones" - Don José María Luis Mora 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Familias fundadoras de Monterrey ( 20 de septiembre de 1596)




Diego Díaz de Berlanga y su esposa Mariana Díaz ;  Gonzalo Fernández de Castro y sus señora María Rodríguez ; Diego de Montemayor jr. y  su mujer Elvira de Rentería ; Diego Rodríguez , su esposa Sebastiana de Treviño y sus hijas Mónica y Andrea ; Juan López y su señora Magdalena de Ávila , con sus hijos Juan, Bernabé y Melchora; Lucas García, con su mujer Juliana de Quintanilla y Bartolomé, Tomás , Nicolás y Lucas, hijos de ambos ; Martín de Solís, con su esposa Francisca de Ávila y sus hijos Diego y Juan; Diego Maldonado, con sus señora Antonia Paz, y Juan, el hijo; Juan Pérez de los Ríos, su mujer Agustina de Charles y sus hijos Juan, Ana, Bartolomé, Alonso, Esteban y Pedro; y además, Alonso de Barreda, Pedro Iñigo y Cristóbal Pérez, de quienes aún no se ha podido averiguar si vinieron con familiares. También vino Domingo Manuel al que por su nombre suponemos indio .

Fuente: “Nuevo León, Apuntes históricos “ por Lic. Santiago Roel (1948)

lunes, 17 de septiembre de 2012

Ideario de Don Eugenio Garza Sada





1. Reconocer el mérito de los demás 
2. Controlar el temperamento 
3. Nunca hacer burla 
4. Ser cortés 
5. Ser tolerante 
6. Ser puntual 
7. Si uno es vanidoso, hay que ocultarlo 
8. No alterar la verdad 
9. Dejar que los demás se explayen 
10.Expresarse concisamente 
11. Depurar el vocabulario 
12. Asegurarse de disfrutar el trabajo 
13.Reconocer el enorme valor del trabajador manual 
14. Pensar en el interés del negocio más que en el propio 
15.Análisis por encima de la inspiración o de la intuición 
16. La dedicación al trabajo 
17.Ser modesto

domingo, 16 de septiembre de 2012

Carta de Miguel Hidalgo y Costilla al Intendente Juan Antonio Riaño ( 28 de septiembre de 1810)




Cuartel General de la Hacienda de Burras, 28 de septiembre de 1810
Sr. D. Juan Antonio Riaño.

El numeroso ejército que comando me eligió por capitán general y protector de la nación en los campos de Celaya. La misma ciudad a presencia de cincuenta mil hombres ratificó esta elección que han hecho todos los lugares por donde he pasado, lo que dará a conocer a Vuestra Señoría que estoy legítimamente autorizado por mi Nación para los proyectos benéficos que me han parecido necesarios a su favor.

Estos son igualmente útiles y favorables a los americanos y a los europeos, que se han hecho ánimo de residir en este reino, y se reducen a proclamar la independencia y libertad de la Nación. Por consiguiente yo no veo a los europeos como enemigos, sino solamente como un obstáculo que embaraza el buen éxito de nuestra empresa. Vuestra Señoría se servirá manifestar estas ideas a los europeos que se han reunido en esa alhóndiga para que resuelvan si se declaran por enemigos o convienen en quedar en calidad de prisioneros recibiendo un trato humano y benigno, como lo están experimentado los que traemos en nuestra compañía, hasta que se consiga la insinuada libertad e independencia, en cuyo caso entrarán en la clase de ciudadanos, quedando con derecho a que se les restituyan los bienes de que ahora, por las exigencias de la nación, nos servimos.

Si, por el contrario, no accedieran a esta solicitud, aplicaré todas las fuerzas y ardides para destruirlos, sin que les quede esperanza de cuartel.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años, como desea su atento servidor.

Miguel Hidalgo y Costilla, capitán general de América.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Discurso o arenga de Maximiliano de Habsburgo en Dolores Hidalgo, Guanajuato ( 15 de septiembre de 1864)








Mexicanos:


Más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido desde que en esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano, resonó la gran palabra de independencia, que retumbó como un trueno del uno al otro océano por toda la extensión del Anáhuac, y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo de centenares de años. 

Esta palabra, que brilló en medio de la noche un relámpago, despertó a todo una nación de un sueño ilimitado a la libertad y a la emancipación; pero todo lo grande y todo lo que está destinado a ser duradero, se hace con dificultad, a costa de tiempo. Años y años de pasiones, combates y luchas se sucedían: la idea de la Independencia había nacido ya, pero desgraciadamente aún no lo ve la nación. Peleaban hermanos contra hermanos; los odios de partido amenazaban minar lo que los héroes de nuestra hermosa patria habían creado.

La bandera tricolor, ese magnífico símbolo de nuestras victorias, se había dejado invadir por un solo color, el de la sangre. Entonces llegó al país, del apartado Oriente, y también bajo el símbolo de una gloriosa bandera tricolor, el magnánimo auxilio; una águila mostró a la otra el camino de la moderación y de la ley.

El germen que Hidalgo sembró en este lugar, debe ahora desarrollarse victoriosamente, y asociando la independencia con la unión, el provenir es nuestro. Un pueblo que, bajo la protección y con la bendición de Dios, funda su independencia sobre la libertad y la ley, y tiene una sola voluntad, es invencible y puede elevar su frente con orgullo. 

Nuestra águila, al desplegar sus alas, caminó vacilante; pero ahora que ha tomado el buen camino y pasado el abismo, se lanza atraída y ahoga entre sus garras de fierro la serpiente de la discordia; mas al levantarse nuestra patria de entre los escombros, poderosa y fuerte, y cuando ocupe en el mundo el lugar que le corresponde, no debemos olvidar los días de nuestra independencia ni los hombres que nos la conquistaron.

 ¡Mexicanos, que viva la independencia y la memoria de sus héroes!

Maximiliano de Habsburgo 
Dolores Hidalgo, Guanajuato, 15 de septiembre de 1864



Fuente: “Alocuciones, cartas oficiales e instrucciones del Emperador Maximiliano durante los años 1864, 1865 y 1866”.  Imprenta Imperial 1867


sábado, 8 de septiembre de 2012

La conducta de aquella caballería produjo la mayor indignación ( Molino del Rey, Manuel Balbontín )




" Aunque se esperaba que los cuatro mil caballos situados en la Hacienda de los Morales, hubieran cargado sobre los americanos, semejante carga no tuvo verificativo. La conducta de aquella caballería produjo la mayor indignación; mas será justo examinar algunos de los motivos que pudieron influir en su inacción.

En primer lugar, se dio el mando de ella al general Juan Alvarez, antiguo jefe independiente, educado en la guerra de las montañas, y en consecuencia poco familiarizado con las batallas campales. Es sabido que el manejo de esta arma, exige jefes de mucha instrucción y de cualidades excepcionales; de ojeada militar segura, de concepción pronta y de ejecución rápida y enérgica.

Una masa de cuatro mil jinetes necesitaba ser mandada por un jefe como el descrito. Desprovista la caballería de fuegos eficaces propios, y siendo su principal objeto el ataque en masa, le es indispensable la acción de la artillería para preparar sus cargas, porque casi es segura su derrota si se lanza sobre tropas frescas, que no hayan sido conmovidas por el fuego. Pues bien, la división del general Alvarez no contaba con un solo cañón. Como hemos visto, parte de la artillería a caballo se perdió tras de los parapetos de Churubusco.

Entre la Hacienda de los Morales y el campo que ocupaba el enemigo, existe una barranca que los americanos cubrieron con infantería y artillería, con el objeto de rechazar el ataque que por aquel lado se les dirigiera.
No obstante, si el general Alvarez hubiera podido disponer por lo menos de una batería, bajo la protección de los fuegos podía haberse intentado el ataque, pasando al efecto por detrás de Casa Mata, donde el barranco es poco profundo y de suaves pendientes.

Es verdad que el paso es algo estrecho, y esta circunstancia aumentaría las causas que paralizaran el impulso de la caballería, la cual, una vez vencido el obstáculo, tendría que reformarse para cargar en seguida; mas a pesar de todo no era impracticable la operación.

Aunque por falta de artillería crecían las dificultades, en mi humilde concepto debía haberse intentado la carga con una parte de la división, dejando la otra de reserva, ya para secundar a la que atacase, en caso de buen éxito, ya para sostenerla en su retirada, en caso de derrota.

Empero, la carga no se intentó, y los americanos con sus reiterados ataques, habiendo cortado la retirada a los defensores del Molino del Rey, éstos se vieron obligados a replegarse por la calzada de Anzures."

Manuel Balbontín 

Molino del Rey ( 8 de septiembre de 1847) - Manuel Balbontín



" ¿Qué causa pudo inducir al general Santa Anna a temer un ataque por San Antonio Abad, cuando este punto formaba parte del recinto fortificado, protegido por inundaciones, que no dejaban más campo que una calzada para aproximarse a la fortificación? No es fácil presumirlo.

Probablemente el enemigo no lo hubiera escogido para atacarlo; y en el caso de que pudiera cometer semejante error, necesitaría algunas horas para vencer la resistencia que se le podía oponer, y por lo mismo, sobraría tiempo para ocurrir en auxilio de los que lo defendieran.

No sucedería lo mismo en el ataque al Molino del Rey, porque hallándose las tropas a descubierto y dominadas por el terreno, era posible vencer su resistencia en poco tiempo, si eran atacadas con fuerzas muy superiores, como sin duda lo verificarían los americanos.

Es por tanto verosímil, que si las tropas que condujo el general a la garita de San Antonio Abad, las hubiera tenido en el Bosque de Chapultepec, en el momento de haber sido rechazados los americanos en sus primeros ataques, podrían haber consumado su derrota.

Pero desde la garita de San Antonio Abad hasta las Lomas del Molino del Rey, hay cerca de dos leguas, sin contar con los rodeos que tienen que hacerse para evitar las muchas acequias que cortan el terreno. Así sucedió, que a pesar de que las tropas aceleraron su marcha cuanto les fue posible, no pudieron llegar al lugar del combate en tiempo oportuno. "

Manuel Balbontín

Armisticio del 22 de agosto de 1847 entre México y EUA




Ministerio de Guerra y Marina

Los infrascritos nombrados respectivamente, los dos primeros por el Exmo. Sr. Presidente de la República Mexicana, general en jefe de su ejército, D, Antonio López de Santa Anna, y los tres segundos nombrados por S.E. el mayor general de los Estados Unidos de Norteamérica, y en jefe de sus ejércitos Winfield Scott, reunidos en Tacubaya el día 22 de agosto de 1847, después de haberse mostrado sus plenos poderes para celebrar un armisticio entre ambos ejércitos, con el objeto de dar lugar al gobierno mexicano para tomar en consideración las proposiciones que tiene que hacerle el comisionado por parte del Exmo. Sr.. Presidente de los Estados Unidos de América, han convenido en los artículos siguientes:

1° Cesarán al instante y en lo absoluto las hostilidades entre los ejércitos de los Estados Unidos Mexicanos y los de los Estados Unidos de Norteamérica, en la comprensión de treinta leguas de la capital los primeros, para dar tiempo a que traten los comisionados nombrados por la República de los Estados Unidos, y los que se nombren por parte de la de México.

2° Continuará este armisticio todo el tiempo que los comisionados de ambos gobiernos estén ocupados en las negociaciones o hasta que el jefe de alguno de los dos ejércitos avise formalmente al otro de la cesación de aquél, y con cuarenta y ocho horas de anticipación al rompimiento.

3° En el entretanto del armisticio, ninguno de los dos ejércitos comenzará en el distrito expresado de treinta leguas de la ciudad de México, ninguna fortificación ni obra militar de ofensa o defensa, ni hará nada para agrandar o reforzar la obras o fortificaciones existentes dentro de los expresados límites.

4° Ninguno de los ejércitos será reforzado. Cualquier refuerzo de tropas o municiones de guerra, exceptuándose los víveres que estén ahora en camino para alguno de los dos ejércitos, será detenido a la distancia de veintiocho leguas de la ciudad de México.

5° Ninguno de los dos ejércitos o destacamento de ellos podrán avanzar de la línea que actualmente ocupan.

6° Ninguno de los dos ejércitos o destacamento, o individuo que tenga carácter militar, pasará los límites neutrales establecidos por el artículo anterior, exceptuándose a los que lleven la correspondencia entre ambos ejércitos, o que vayan a negocios autorizados por el artículo siguiente, yendo bajo una bandera de parlamento: los individuos de ambos ejércitos que por casualidad se extravíen dentro de los límites neutrales se les avisar á bondadosamente por la parte contraria, o se les devolverá a su ejército con bandera de parlamento.

7° El ejército americano no impedirá con violencia el paso del campo a la ciudad de México para los abastos ordinarios necesarios para el consumo de sus habitantes o del ejército mexicano que se halla dentro de la ciudad, ni las autoridades mexicanas civiles o militares harán nada que obstruya el paso de víveres de la ciudad o del campo, que necesite el ejército americano.

8° Todos los prisioneros de guerra americanos que se encuentren en poder del ejército mexicano, y que no se hayan canjeado hasta la fecha, se canjearán lo más pronto posible, uno por uno, considerando las clases de los prisioneros de guerra mexicanos hechos por el ejército americano.

9° A todos los ciudadanos americanos que estaban establecidos en la ciudad de México antes de la guerra actual, y que después han sido desterrados de dicha ciudad, se les permitirá que vuelvan a sus respectivos negocios o familias en dicha ciudad, sin dilación y sin causarles molestia.

10° Para facilitar mejor a los ejércitos beligerantes la ejecución de estos artículos, y para favorecer el grande objeto de la paz, se conviene además que cualquiera correo que alguno de los ejércitos quiera enviar por la línea de la ciudad de México o de sus cercanías a Veracruz, o de ésta a aquélla, recibirá un pasaporte firmado por el jefe de su ejército y con este salvoconducto del jefe contrario, cuyo pasaporte protegerá a dicho correo y sus pliegos, de cualquiera interrupción o pérdida por parte de las tropas americanas o mexicanas por dicha línea.

11' En los pueblos ocupados por las fuerzas americanas, no se embarazará de modo alguno, respecto de las mexicanas, el ejercicio de la justicia, en los términos señalados por las leyes, por la constitución general o particular de los Estados a que pertenezcan.

12° En las poblaciones o lugares ocupados por el ejército o fuerzas de los Estados Unidos dentro del límite señalado, serán respetadas las propiedades, y todos los individuos mexicanos no serán embargados de manera alguna en el ejercicio de su profesión, no se les obligará a ejecutar servicio de ninguna dase, si no lo quieren prestar voluntariamente, y para ello, pagándolo por su justo precio; el tráfico no se alterara de ningún modo.

13° Los prisioneros que estuvieren heridos no se les embarazará de manera alguna el que cuando quieran puedan trasladarse para su curación al lugar que les sea más cómodo, permaneciendo en su cualidad de prisioneros.

14° Los oficiales de salud pertenecientes al ejército mexicano, podrán asistirlos si así les conviniere.

15° Para el exacto cumplimiento de este convenio, se nombrarán dos comisionados, uno por cada parte, y en caso de discordia, elegirán ellos mismos un tercero.

16° Este convenio no tendrá fuerza hasta que no sea aprobado respectivamente por los Exmos. Sres. Generales en jefe de cada uno de los ejércitos, en el término de veinticuatro horas, contadas desde las seis de la mañana del 23.
—Ignacio Mora y Villamil.—Benito Quijano.—J.A. Quitman, mayor general del ejército de los Estados Unidos.—Persifor J. Smith, brigadier general de los Estados Unidos.

Cuartel general del ejército de los Estados Unidos de América. —Tacubaya, agosto 23 de 1847.

Tomado en consideración, aprobado y ratificado con la expresa inteligencia de que la palabra "supplies" como usada la segunda vez y sin calificación del artículo 7° de este convenio militar, texto o copia americana, debe tomarse en el sentido, o que significa, como en ambos ejércitos, inglés y americano, armas, municiones, ropa, equipos, víveres para hombres, forraje, dinero, y en general todo lo que pueda necesitar un ejército. Esta palabra "supplies" en la copia mexicana está traducida con error como "víveres" en lugar de recursos.— Winfield Scott, general en jefe del ejército de los Estados Unidos.

Palacio Nacional de México, agosto 21 de 1847.

Ratificado suprirniéndose el artículo 9° y con explicación del 4° en el sentido de que la paz temporal de este armisticio se observará en la capital y veintiocho leguas alrededor; convenido en que la palabra supplies se traduzca recursos, y que en ella se comprenda lo que pueda haber menester el ejército.


Rubrica- Antonio López de Santa Anna-


 Fuente : " México a través de los siglos" , Tomo IV