Bello su rostro, inmensa su ternura,
a la hora del placer desparecía;
mas derramando el bien resplandecía
en momentos de prueba y amargura
Al herirla implacable desventura,
la familia en su seno guarecía
como un ave amante que polluelos cría
del halcón desafiando la bravura
En medio del poder, de lauros llena,
su pobreza sublime recordaba,
de vil jactancia y vanidad ajena
Y del regio palacio desertaba
para aliviar solícita la pena
del que en miseria y soledad lloraba
Guillermo Prieto
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