Castelleti, 5 de junio de 1867
Un saludo a México:
Cuando una nación se libra de sus
opresores, como lo ha hecho México, con tanta constancia y con tantísimo
heroísmo, merece una palabra de encomio y un saludo de las naciones hermanas. Un
retoño del despotismo europeo, trasladado al Nuevo Mundo, por dicha de la
humanidad no ha podido prender.
¡Gracias a Dios! porque con el
germen de esa raza funesta que aún infesta nuestro hermoso suelo, al sacrificar
a los nobles hijos de Francia, juntaba el parricida, con sus instintos
perversos, una semilla de tiranía desoladora para la tierra virgen de Colón y
el aniquilamiento del santuario de la libertad en la gran República; en
resumen, la continuación del sistema liberticida y corruptor con tan infernal
estudio planteado en su patria y en la nuestra.
Salve, valeroso pueblo mexicano.
¡Oh! ¡yo envidio tu valor constante y enérgico al libertar a tu bella República
de los mercenarios del despotismo! ¡Salve, oh Juárez, veterano de la libertad
del mundo! de la dignidad humana ¡salve!
Tú no desesperaste de la
salvación de tu pueblo, para vergüenza de la multitud de traidores, para
vergüenza de los soldados de tres potencias reunidas, para vergüenza de las
artes de la nigromancia, pronta siempre a asociarse con la tiranía. Enemigos,
sin embargo, de la efusión de sangre, te suplicamos por la vida de Maximiliano,
¡perdónalo!
Te lo suplicamos los
conciudadanos del bizarro general Ghilardi, fusilado de orden suya por sus
esbirros, ¡perdónalo!, devuélveselo a su familia compuesta de nuestros
carniceros, como un ejemplo de la generosidad del pueblo que vence al fin, pero
que perdona.
Giuseppe Garibaldi
Fuentes:
"Correspondencia de la Legación mexicana en Washington durante la intervención
extranjera, 1860-1868"
"Benito Juárez. Documentos, Discursos y Correspondencia"
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