Querétaro, 16 de junio de 1867.
Mi querido conde de Bombelles:
Suplico a usted salude de todo corazón a mis queridos amigos, a
quienes nadie mejor que usted conoce, y les diga a mi nombre, que siempre he
obrado fiel a mi honor y a lo que me dictaba mi deber y conciencia, y que
únicamente la traición me ha entregado a mis enemigos, después de una defensa
larga y penosísima.
Mi valiente ejército me ha secundado con lealtad, defendiendo bajo mis
órdenes una ciudad abierta, sin provisiones y sin municiones durante setenta y
dos días, contra un enemigo siete veces más numeroso: me faltan palabras para
realzar el heroico valor de mis queridos generales, oficiales y soldados.
Dándole a usted, mi querido amigo, el último abrazo, quedo suyo
afectísimo.
Maximiliano
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