No sé ya en
qué lugar
secreto del invierno
está oculto el botón
mecánico, la rosa,
el vals o la mujer
que un dedo sin esfuerzo
debería tocar
para ponerte en marcha,
automático abril
de un año descompuesto.
Lo siento. Estás ya aquí,
junto a mi pensamiento,
como –sobre el cristal
de una ventana oscura –
la exigencia sin voz
de un aletazo terco.
Pero, si salgo a abrir,
lo único que encuentro
es la noche, otra vez:
la noche y el silencio.
¿Palabras? ¿Para qué?
En ellas, por momentos,
Creo tocarte al fin,
abril… Pero las digo
-raíz, pájaro, luz-
y me contesta el viento :
invierno; invierno el sol,
y soledad los ecos.
Libros de viaje busco.
Mapas de amor despliego.
A rostros de mujeres
que hace tiempo murieron,
en retratos y en cartas
pregunto cómo eras;
qué nubes o qué alondras
fueron, en otros puertos,
de tu regreso eterno
lúcidos mensajeros.
Pero nadie te ha visto
llegar, abril. A nadie
puedo pedir consejo
para esperarte. Nadie
conoce tus andenes,
sino – acaso – este ciego
que pugna por hallar
a tientas, en mis versos,
el secreto botón
que pone en marcha al mundo
cuando vacila el sol
y dudan los inviernos…
JAIME TORRES BODET
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